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La semana pasada recibí un email que me hizo sonreír. No se trataba de una mala traducción, sino de un desafortunado error.
Me ofrecían ayuda en nuestra estrategia de ventas y finalizaban con un “podrimos apoyarlos” en lugar de “podríamos apoyarlos”. Total, que al final, de todo el email, solo me acuerdo del “podrimos” y la finalidad de quien me lo mandó, quedó difuminada. Eso sí, me alegró la mañana.

A parte de que la reacción que provocan estos errores no es la esperada por el redactor, esto supone una pérdida de credibilidad y de dinero, que, en algunos casos, puede ser muy elevada.

Me sucede a menudo, supongo que es deformación profesional, me fijo en los textos escritos por la calle, en la publicidad, en los logos de las tiendas e incluso en las matrículas de los coches para ver qué palabras puedo formar a partir de las letras que tienen. Soy de letras.

Traducciones curiosas

A veces, con las traducciones, también nos encontramos con casos divertidos de traducciones curiosas. Las razones pueden ser varias. Puede ser debido a lo que llamamos un “falso amigo”, que como explica la Wikipedia, se trata de una palabra o de una frase que se parece en la forma a otra de otro idioma, pero que tiene un significado diferente en cada lengua. Otros casos son fruto de las prisas o incluso porque se han hecho con traductores automáticos y no se han revisado.

Os paso algunos ejemplos:

  • La traducción al inglés de un cartel de un lavabo de “caballeros” traducido como “knight”, que equivaldría a un caballero de los de la época que iban a caballo y llevaban espada.
  • O la del cava que no ve muy bien, porque es “semi cec” (semi ciego) en lugar de “semi sec” (semi seco).
  • O, uno de mis preferidos, la de prenda de vestir hecha en “Pavo” en lugar de en Turquía (Turkey en inglés tiene el doble significado del país Turquía y de pavo).

Nuestra atención

Cuando nos encontramos con casos de malas traducciones en una página web o en un folleto publicitario, nuestra atención se centra en el error y no hacemos caso del mensaje que nos querían transmitir. El árbol no nos deja ver el bosque y nos quedamos con la anécdota divertida o con el error.

Además, muchas veces, dependiendo del tipo de error, la página web o el folleto pierden credibilidad y seriedad.

Las traducciones hechas por el traductor de Google nos pueden sacar de algún apuro y ayudarnos a saber de qué va un documento o una web, pero nunca puedes fiarte al 100% y nunca deberías usar la traducción sin revisarla antes. La revisión siempre es imprescindible.

Como cuando íbamos al cole y los profesores nos recomendaban siempre repasar los exámenes antes de entregarlos, las traducciones tienen que dejarse reposar y repasar.

En LocalizationLab lo tenemos clarísimo. No entregaremos ninguna traducción sin que antes haya sido revisada por un segundo lingüista, a parte del traductor. Es parte de nuestro proceso. Los años de experiencia enseñan mucho e intentamos no tropezar dos veces con la misma piedra.

¿Y tú? ¿Valoras el trabajo bien hecho?

(*) Foto de portada de Ben White de Unsplash

por LocalizationLab